“Recuerda que vas a morir” se dice siempre, vive el momento, disfruta cada segundo; así tratamos de crecer y vivir la juventud, con los excesos y pasiones que involucra la adolescencia. Sin embargo el tópico no menciona la muerte de los cercanos, la muerte del prójimo, la muerte de un amigo. Si dijese “recuerda que él va a morir”, sería distinto seguramente, ya no centraríamos la vida solo en nosotros, sino que disfrutaríamos con el otro en cada segundo; es raro darse cuenta pero los tópicos no invitan a disfrutar a tu amigo, su alegre sonrisa, su abrazo caluroso, su conversación afable. Es entonces una sensación de frustración la que rodea la muerte de un amigo, una impotencia de no haber disfrutado cada minuto en compañía, cada copa que no se bebió, cada palabra que no se dijo, es frustrante darse cuenta que lo que realmente importaba no era lo que planeábamos a futuro sino lo que vivíamos mientras pensábamos en el porvenir.
A diario advierto lamentables situaciones de enemistad, de conflictos sin sentido, de peleas vacías, de manos que no se estrechan, de abrazos esquivos o fríos, halagos que se omiten por ser “innecesarios”. Hoy veo eso y me siento con la propiedad de intervenir, de recordarles, y decir –oye: “Recuerda que vas a morir”, “y él también”-. Hoy puedo decirle a ese joven iluso que abrace a su amigo antes de partir de su casa, que le diga “eres un gran amigo”, que comparta con atención cada pensamiento (aunque sea una tontera), que golpee su espalda con amabilidad, que sonría ante la presencia fugaz de una broma (aunque sea mala).
Hoy puedo decir esto por que lo he sentido, hoy que se que la muerte no revela sus fechas, me doy cuenta lo iluso y confiado que viví la magia de la amistad. Hoy siento la impotencia de llamar a su casa y que no salga a recibirme, de llamar a su celular y encontrarlo apagado, de no poder abrazarlo para recibir la tibieza de su amistad. Hoy lo exijo a otros sin vacilaciones, por que la culpa de no haber disfrutado a tope a mi amigo, me acongoja y me llena de contradicciones y culpas, es cada lágrima derramada un consuelo y un “perdón por no acompañarte aquella vez”, es cada suspiro un “lo siento por no tomarte atención”, es cada recuerdo una idea de que algún día me perdonarás por lo que omití. Hoy quiero pensar que algún día podremos beber aquella copa como antaño, y que en este peregrinar por un mundo lleno de banalidades y mentiras, nos ayudaremos mutuamente cuando alguno de los dos esté cansado y crea que no puede seguir adelante.
A diario advierto lamentables situaciones de enemistad, de conflictos sin sentido, de peleas vacías, de manos que no se estrechan, de abrazos esquivos o fríos, halagos que se omiten por ser “innecesarios”. Hoy veo eso y me siento con la propiedad de intervenir, de recordarles, y decir –oye: “Recuerda que vas a morir”, “y él también”-. Hoy puedo decirle a ese joven iluso que abrace a su amigo antes de partir de su casa, que le diga “eres un gran amigo”, que comparta con atención cada pensamiento (aunque sea una tontera), que golpee su espalda con amabilidad, que sonría ante la presencia fugaz de una broma (aunque sea mala).
Hoy puedo decir esto por que lo he sentido, hoy que se que la muerte no revela sus fechas, me doy cuenta lo iluso y confiado que viví la magia de la amistad. Hoy siento la impotencia de llamar a su casa y que no salga a recibirme, de llamar a su celular y encontrarlo apagado, de no poder abrazarlo para recibir la tibieza de su amistad. Hoy lo exijo a otros sin vacilaciones, por que la culpa de no haber disfrutado a tope a mi amigo, me acongoja y me llena de contradicciones y culpas, es cada lágrima derramada un consuelo y un “perdón por no acompañarte aquella vez”, es cada suspiro un “lo siento por no tomarte atención”, es cada recuerdo una idea de que algún día me perdonarás por lo que omití. Hoy quiero pensar que algún día podremos beber aquella copa como antaño, y que en este peregrinar por un mundo lleno de banalidades y mentiras, nos ayudaremos mutuamente cuando alguno de los dos esté cansado y crea que no puede seguir adelante.
Todavía creo sentir los saltos en la escalera cuando bajaba apurado a saludarme...
ResponderEliminary creo escuchar su batería al verla en el mismo lugar donde estuvo siempre y tal cual él la dejó...
pero me reconforta escuchar a la tía hablar con fortaleza de su hijo y más aún cuando por descuido habla de él en presente, porque así lo recuerdo: vivo, alegre y cariñoso...
Mil besos amigo Chavo...que bueno saber que sus verdaderos amigos lo mantienen vivo en su memoria...
Danny
Sabias palabras, pero puta que cuesta llevar a cabo todo eso.. me alegra leerteee
ResponderEliminarajaaj aunque ahora con la tesis nos leeremos mas que en estos cuatro años de u, de wuebeos, estudios, enojos y alegrias
yo lo se... y lo entiendo, los momentos con mis amigos son pocos, pero cuando estoy, tengo la gran necesidad de saber más de cada uno, que lo motiva, que lo desmotiva, te puedo ayudar, podemos concretar alguna idea. el punto aveces es el tiempo que pasa luego que no les veo y todo queda en sensaciones. la vida es muy rapida, el tiempo a premia y no disculpa. todavía siento con aquellos que partierón y no me logre despedir que me los encontrare en un paradero o en un sueño y podre terminar lo inconcluso, lo que sentia y no dije por no parecer ingenua y ridicula, ahora voy de frente y les digo cuanto les quiero, me disculpo si me apropie de tus palabras pero las siento cercana. gracias por dejarme leerlas.
ResponderEliminartithy :q lindoooo xavooo
ResponderEliminar:(
aki ya dos lo hemos vistooo en un auto y saludandoo es extrañooo peroo porke en el fondo sabemos q en carne y hueso ya no esta :(
pero en nuestros <3 sii
:)