miércoles, 14 de octubre de 2009

Leo…leo….leo

Aún puedo oír la canción resonando en mis oídos, pegajosa y alegre, aunque muy incomprendida. Así es la nueva campaña del gobierno; pegajosa alegre, pero poco convincente.
Cuando creí que el gobierno había descubierto cual era la mayor fisura de la educación, me doy cuenta que la errada campaña se preocupó más del impacto de la canción que de la importancia de su contenido. Al parecer aun están un poco reticentes a darse cuenta del real problema que aqueja la educación chilena. La lectura no es secundaria, ni circunstancial. No se trata de un aliño, o algún aderezo inconsistente; es el caldillo, el sabor, la esencia misma del gran cocido de la educación.
El querido psicoanalista Freud decía,
"El primer humano que insultó a su enemigo en vez de tirarle una piedra, fue el fundador de la civilización”. El lenguaje es la cuna de nuestros actos. Siempre lo pensamos antes de hacerlo; y no sólo pensamos, sino que también lo traducimos a letras, lo leemos o lo escribimos. Vivimos en la palabra y la palabra vive en nosotros, no podemos bajo ningún aspecto huir de ella. Cada vez que leemos mal, pensamos peor. Es diametral la relación de mayor lectura, mayor capacidad de pensamiento y abstracción.
Teniendo en cuenta esto, ¿es justo dedicarle a la importancia de la lectura, sólo una canción pegajosa, o una publicidad poco convincente?, la obvia respuesta requiere no sólo una simple aceptación pública, sino que también un compromiso de todos; a dejar de lado el noticiero y tomar el diario. De regalar una pequeña biblioteca antes que un televisor, o preferir de un libro antes que un juguete.
La campaña es un buen inicio, pero no es la solución, juntos debemos preocuparnos por cosechar a posterior las palabras que sembramos ahora; el gobierno pasó el arado, pero las semillas son nuestras, las debemos plantar y regar constantemente, para que algún día disfrutemos el dulce placer de la buena lectura.