domingo, 29 de abril de 2012

Cuento local...


Saliendo por los metales, me encontré con el maikel: ese hueon po', el bailarín que era negro.
En plena esquina veía él un engorroso aviso de casas en venta. Al verme se sacó sus lentes de brillantes y me dijo que buscaba un lugar donde vivir. Yo le indique que el barrio es lindo, pero no será de su gusto.
-¿Por qué?, dijo.
-Es que no quedan niños, dije. (salvo los que te asaltan, pero ese es otro cuento).

-No quedan niños- repetí. Están crecidos todos. Aquellos que antes abarrotábamos el “gotita de gente”, “el sol y luna” o “el lobito feroz”; hoy abarrotamos “la marchela”, “las tres s” o “el aliro”.
Luego de un largo silencio. Me miró con desilusión. tomó sus maletas. hizo parar un taxi y subió caminando hacia atrás.

Casi millonario...



Creo que sería millonario, si hubiese juntado el dinero, en vez de haberlo gastado en pelotas de fútbol. Cuantas murieron pinchadas en las rejas; algunas se secaron arriba de los techos; otras fallecieron aplastadas por las micros amarillos, muchas acabaron mordidas por perros o simplemente terminaron jubiladas por invalidez. Aquellas que resistieron las inclemencias de niños furibundos jugando a los supercampeones, hoy yacen desinfladas en algún rincón del patio, esperando volver a tener el protagonismo de antaño.  

Inocencia



Tengo una madre muy amistosa, muchos tíos siempre llegan con regalos y cosas para mi mama, a diario recibe personas que la besan y la abrazan; ella es muy cordial, los invita a pasar y se queda con ellos en su cuarto mucho rato, de que hablarán. No lo sé. La vida de los adultos es complicada, yo solo tengo un amigo y pocas veces nos encerramos a hablar.

Profesor farandulero



Soy el profesor de las estrellas, a diario convivo con ellas, las educo e introduzco en sus cabecitas la maravilla del conocimiento. Tengo todo un jet set aquí, con sus polémicas por doquier. Mi aula es todo glamour; tiene una pequeña alfombra roja en la entrada, además de un diario mural muy decorado y lujoso.
Las celebridades son mi especialidad; tengo a la Madonna que siempre, anda bailando en la sala, rucia como ella sola, sueña con algún día ser diva de algún estelar. También está el Kevin, se jura galán, pero siempre anda a la sombra del Brayan Nick, este sí que tiene suerte con las niñas. Tengo al querido Maikel, ¡cómo olvidarlo!, otro gran personaje, siempre se agarra sus cosas en público y pronuncia un gritito. Y qué decir del  solitario Kurt, todo el día con los audífonos, no pesca a nadie, sólo hace con los lápices, que toca la batería. O la Brittni, ella sí que es un caso muy serio, siempre metiéndose en problemas, ya me aburrí de citar a su apoderado. Tengo también a la Sharon y la Marilyn, pero ellas se portan bien, son muy maduras para su edad.  
En fin, soy el profesor de las estrellas, todos los días jugamos a ser famosos; yo como el gran director de una película del absurdo, ellos como las grandes estrellas incomprendidas de Hollywood. Al final del día, cuando se baja el telón y se acaba el glamour, yo termino de revisar pruebas en la soledad de un set vacio, mientras ellos fuman Derby en la plaza de la esquina.