miércoles, 26 de agosto de 2009

¿Para qué poetas?

En una de mis caminatas absurdas por el hostil Santiago, me acerque de forma muy inocente a un “pañero” que tenía una serie de libros dispuestos al casual caminante. Luego de mirar por un instante la variedad propuesta, sin encontrar algún ejemplar atractivo; una pregunta afloro de mis labios de forma casi involuntaria: ¿Tiene algo de poesía? el vendedor (por ponerle un oficio), me miro de pies a cabeza y me dijo, “no vieja, no traigo poesía porque nadie la pesca, esto es lo que se vende papi, el ber selle”. Sin despedirme salí caminando con paso rápido, sintiéndome un bicho raro, un desadaptado, un anticuado. La lid sobre la poesía se prolongó en mi cabeza, por casi dos cuadras de desolada incertidumbre. No fue sino cuando cruce por el frente de la ferretería O’Higgins, que una iluminación en mi mente acallo las voces de vergüenza y culpa, seguramente aquella ferretería, alberga aun el espíritu del poeta “pequeño dios”, que habito y escribió entres sus paredes, él cual me saco de mi letargo mental y me trajo de vuelta al mundo de la belleza y la creación. La iluminación espiritual del creacionista, hizo que la única pregunta que rondara en mi cabeza, suprimiendo a las demás fuese: ¿Qué sería de nosotros sin la poesía?, que sería de nuestra existencia si todo estuviese regido a la prosa, al discurso de farándula, al ahorro de palabras y la coprolalia. Podríamos acaso vivir sin leer alguna copla a la muerte de su padre, de Rafael rubio, sentir ese goce del lenguaje dibujado a través de la métrica y belleza de las palabras; me pregunto yo, cómo podemos pasar por alto aquel hermoso epitafio escrito por Rafael en luz rabiosa, cómo no leer aquel poema “trigales”, epifanía de la belleza estética, la cercanía con la naturaleza y el goce de la vida sencilla. Me pregunto yo, acaso podemos dejar de lado el oscuro voyerismo de leer a Bertoni sentado en la micro, mirando a la joven que nos antecede en el asiento. O seguir a Claudio algún día, sólo para oírlo piropear a las “minas” que pasan. La poesía de Bertoni nos acerca al paroxismo sin límite, nos impulsa y erecta los más oscuros deseos, quién más que Claudio puede hablar de su vecina como nos gustaría hacerlo, quién más que él puede versar de un “poto” de forma tan hermosa y elegante.Me recontra pregunto yo, qué sería de nosotros sin esa poderosa curiosidad, de saber ¿Dónde se encuentra Erick Pohlhammer?, escondido en su reducido espacio mirando y riendo con cada persona que pasa, hablando de todo y de nada, festejando un cuerpo que pasa o pensando en la claridad del alma. Escribiendo en algún café de Banjul o mirando por la ventada de un departamento en Santiago. No quiero pensar que pasaría si no existiesen estos y otros poetas nacionales. Que sería de nosotros los mortales, sin estos afables personajes que nos hacen reír y llorar, que nos devuelven hacia nuestro interior y se acurrucan en el rincón más recóndito del alma, esperando a ser invocados, para llenar de palabras este espacio frívolo e insensible llamado Chile.

2 comentarios:

  1. notable...
    me pregunto lo mismo
    ¿podemos vivir sin poesía?
    y vamos más allá...
    ¿que es la poesía para cada uno de nosotros?
    ¿será que nos conformamos con leer unos versos de tal o cual autor, o será que poesía posee un significado privado tanto para ti como para mi?
    te quiero

    Stephanía R.

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  2. si se puede...
    lo necesario es agua, y comida...
    ademas para que existe florcita motuda??

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